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¿Y por qué tanto ataque contra la Iglesia católica?



¿Y por qué tanto ataque contra la iglesia católica?

             “Y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella”  JESÚS



                             Por Eduardo Correa
El ataque de parte de algunos protestantes contra las imágenes del catolicismo es algo que, aparentemente, no acabará pronto. Probablemente el objetivo es hacernos sentir mal acerca de nuestras imágenes sacras, al punto de que finalmente dejemos de usarlas, pero eso es algo que otros miles han intentado antes, a lo largo de siglos y siglos, y de ellos ya no queda ni el polvo, mientras que nuestras imágenes siguen ahí. Muchos de los iconoclastas que agreden hasta con virulencia el asunto de las imágenes, saben perfectamente que no son ídolos, y que los católicos no adoramos esas imágenes, que no creemos que esas esculturas son Dios. Entonces ¿por qué tanta insistencia? Algunos querrán escudarse detrás de Éxodo 20,4 en donde Dios prohíbe el uso de imágenes. El problema se presenta cuando, unos cuantos capítulos después, en Éxodo 25,18, ese mismo Dios, que prohibió hacer imagen alguna, bajo pena de maldición para generaciones, manda a hacer imágenes, contraviniendo su propio mandato.

Algunos tratan de explicar el asunto diciendo que Dios es Dios y el hace lo que quiere. Pero si lo vemos así, sin profundizar como es debido, entonces estamos frente a un dios caprichoso, al estilo de los dioses del Olimpo, que puede hacer lo que le dé la gana incluso hasta con su propia palabra, lo cual también lo retrataría como un dios falso en quien no se puede confiar, ya que un día dice una cosa y al siguiente dice otra totalmente opuesta. Por eso la estrategia de decir que Dios puede hacer lo que le dé la gana, no sirve de buena base. Otros tratan de explicar lo de los querubines diciendo que los israelitas no les anduvieron encendiendo velas a los querubines, pero seguramente lo dicen esperando que la víctima católica no sepa o no recuerde que aquellos querubines no eran imágenes sacras del catolicismo, además de que las velas no existían en Israel en aquel tiempo. Otros más tratan de justificar su virulenta aversión hacia las imágenes retando a que les mostremos en la biblia dónde Jesús o los apóstoles mandaron a venerar imágenes. Parece que olvidan que la biblia no está completa (San Juan 21,25) además de que muchos de ellos mismos siguen enseñanzas y tradiciones que no aparecen en la biblia, como la celebración de los quince años de sus hijas o el uso de anillos matrimoniales, por mencionar solo dos de ellas. Por otro lado, el propio Jesús hizo referencia en dos ocasiones a imágenes, y en ninguna de las dos le veremos atacándolas virulentamente, como muchos protestantes lo hacen hoy (San Juan 3,14; San Lucas 20,24-25). Muchos protestantes saben que señalar al catolicismo de idolatría es una falsedad. También saben que Éxodo 20,4 no proporciona suficiente fundamento para atacar las imágenes católicas ya que en ese pasaje se ataca a los ídolos paganos de aquellos tiempos (pesel, ídolo en hebreo), no a las simples esculturas de nuestros días  (tselem, imagen en hebreo). Entonces, de nuevo la pregunta, ¿por qué tanta insistencia?

La respuesta está en la muy escasa preparación que muchos católicos tienen en asuntos de su fe. Esta escasa preparación, que es simplemente nula en muchos casos, hace que esos católicos sean presa fácil de quienes se aparecen biblia en mano, vociferando autoritariamente, logrando el efecto de impresionar a muchos y hacerles creer que son gente con profundo conocimiento o, como algunos lo llaman, con «unción» La razón de insistir tanto y tanto en el asunto de la idolatría, que muchos saben perfectamente que es mentira, es por ser la táctica sucia que más adeptos les ha conseguido, al haber logrado arrancar a miles de católicos de su fe, para llevárselos a una iglesia extraña, con solo leerles Éxodo 20,4. Indudablemente muchos de nuestros hermanos protestantes piensan que están salvándonos de las llamas del infierno al atraernos a sus iglesias por medio de trucos turbios como el de la iconoclasia, pero eso les sucede porque ellos también son víctimas de la misma ignorancia en temas de la fe cristiana, al igual que los católicos que logran separar de su fe. Los católicos que padecen ignorancia de su fe se vuelven al protestantismo, mientras que los hermanos protestantes que escudriñan un poco y tratan de ver más allá, descubren que todo lo malo que les dijeron del catolicismo era mentira, y tratan de enmendar.

Aprovechar la falta de conocimiento para engañar a alguien es algo que algunos llamarían «pescar en pecera», otros lo llamarían «cazar conejos en un barril». La palabra más adecuada es DESHONESTIDAD. El asunto de la iconoclasia se parece mucho al de la estafa hecha por alguien que logra vender, por una gran suma, un frasco repleto de polvo de bronce, haciéndolo pasar por oro en polvo. Aprovecharse de la poca preparación de otra persona es engañar. También es defraudar, estafar, o cualquier otro verbo que describa la total falta de honestidad. En el asunto de la iconoclasia hay dos víctimas: el católico ignorante y el hermano protestante. Ambos ignoran muchas cosas sobre muchos temas de fe. A uno lo engañaron para hacerle creer que va a salvar almas del infierno al arrancar creyentes de la Iglesia Católica, usando Éxodo 20,4. Al otro lo engañan haciéndole creer que ha vivido como un idólatra, lo convencen de que el culto protestante es verdadero porque ahí se siente bonito con tanto canto y baile y euforia. Y así una víctima se lleva a la otra a un lugar donde no está el cuerpo de Cristo, ni la madre de Dios, ni la Santa Eucaristía, ni sacerdotes que puedan ayudarles a mantenerse en estado de gracia. ¿Acaso Jesús, o los apóstoles, enseñaron a evangelizar engañando?  ¿Se deben usar mentiras para evangelizar? ¿Es que los protestantes ya olvidaron que la mentira es propiedad exclusiva del diablo, y que usarla los convierte en sus acólitos? ¿Será que olvidaron que mentir, calumniar o levantar falsos es un grave pecado y una tremenda ofensa contra Dios?

Por eso es sumamente importante que nos preparemos en asuntos de fe. Debemos estudiar, para profundizar en nuestra fe cristiana. Desconocer los orígenes y raíces de lo que tenemos hace que no sepamos el inmenso valor de los tesoros que estamos desechando. No esperemos que el párroco decida ponerse a darnos cursos de biblia. No esperemos que el obispo llegue a nuestra comunidad un día y nos ofrezca cursos de formación o de apologética. Nos toca a nosotros tomar la iniciativa y actuar. Eduquémonos en la fe, y preparemos también a nuestras familias, para que puedan disfrutar de toda la riqueza del catolicismo, riqueza que está en los sacramentos, en especial en el de la confesión y el de la comunión.


No hay mayor tesoro en todo el universo que comer el cuerpo de Cristo en la Santa Eucaristía.

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